En la etapa anterior llegaba atardeciendo a Besançon, una ciudad que se mantuvo firme en la Edad Media en su lucha por mantenerse como “ciudad libre”, aunque respondiera ante alguna autoridad, como el Emperador y más tarde el Rey de España.

Mi entrada en la ciudad del Franco Condado la realizo por el sur, ascendiendo los 500 metros de altitud de la colina donde antaño se encontraba la fortificación de las guerras francoprusianas y siglos más tarde se convirtiera en capilla y mirador de Nuestra Señora de la Liberación, en agradecimiento a la virgen María porque evitara que la ciudad fuese destruida durante la 2ªGM. Los nombres de los caídos durante la segunda gran guerra, se alinean en placas que delimitan las paredes de la capilla.
Disfruto de las vistas mientras hago tiempo a que recoja y cierre la capilla el párroco del lugar, antes de dirigirnos a su casa donde me recogerá la la credencial del peregrino para sellarla.

detalla interior de la capilla bajo el monumento.
De origen galo. Julio Cesar, que la hizo fuerte y bella, supo valorar enseguida la posición estratégica de Besançon; a medio camino de las tierras galas y las germánicas.
Pasó a manos francesas en 1678, ordenándose al Marqués de Vauban (brillante arquitecto militar de la época) la fortificación de la plaza para garantizar la línea defensiva del Este de Francia. En esta época pasa a ser la capital del territorio, en detrimento de Dole, una vez anexionado el Franco Condado.
acceso a la Ciudadela.
Recorro sus estrechas calles entre edificaciones no más altas que un segundo más buhardilla hábil, bajo la sombra de los muros del castillo. El ritmo lo marca su reloj astronómico, en la catedral.
Continuo mi camino hacia el norte. Me saldré de la ruta original del Camino Español para acercarme a Neuf-Brisach, previo paso por Sochaux donde me recrearía con todo el universo que rodea a la marca Peugeot.
Internacionalmente reconocida como marca de automóviles, Peugeot llegó a fabricar cuchillas de afeitar, máquinas de lavar la ropa, planchas, piezas dentales, herramientas,… todo ello se muestra al público, previo pago de 8,50€, en el “Musée de l’Aventure Peugeot”.
Lástima que el mercado español no sea lo suficientemente importante e influyente como para que la marca del león rampante disponga de audioguías en castellano (como si los hay en muchos otros idiomas), ni de un folleto informativo que lo supliera, al menos.
No obstante, los amantes de la historia y del automovilismo en particular, disfrutaremos de unas cuantas horas observando los detalles de cada modelo y la evolución de la industria automovilística francesa. No desvelo las joyas que guardan el final del recorrido, pero son “de cine”.
Muy cerca se encuentra Belfort, como su propio nombre indica es una grandiosa fortificación que, sorprendentemente, nos permite circular por ella en nuestro vehículo con total libertad. Destaca por encima de todo la colosal escultura del León de Belfort en recuerdo de la resistencia de los habitantes de la ciudad ante los Prusianos en 1870. Esculpido en bloques de gres rosa de Pérouse por Fréderic Bartholdi, mide 22 metros de largo por 11 metros de alto. Y no, seguramente a estas alturas del artículo se te habrá ocurrido que este león tiene algo que ver con la marca Peugeot… a pesar de la cercanía de ambas ciudades y de la simbología felina, no tienen relación alguna. Tranquilo, a todos se nos ha ocurrido relacionarlos ;-).


Llego a
Neuf-Brisach, un ejemplo más que claro de fortificación Vauban (ver imagen) y que al final ha pasado a fines más pacíficos, al pervivir por los tiempos aprovechado por sus gentes que han edificado en su interior; llegando a plantear las calles y las edificaciones a escuadra y cartabón.
Su cercanía a Alemania me hace cruzar el Rhin. La tentación era demasiado fuerte pero, para mi sorpresa, que el primer edificio que me encuentre tras cruzar la frontera alemana sea una franquicia de una conocida hamburguesería (de EEUU, no de Hamburgo), me descuadra por completo. Tras un breve paso por tierras germanas, pongo rumbo a Colmar en Alsacia (Francia), para pasar la noche y disfrutar de sus calles y canales desde bien temprano… pero esa será otra historia.
CONTINÚA EL VIAJE CON LA SIGUIENTE LECTURA:
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Pingback: [cc2015] Etapa 7: de Lanslebourg a Besançon. | Crónicas Vespísticas
Pingback: [cc2015] Etapa 9: de Colmar a Luxemburgo. | Crónicas Vespísticas